Los Molinos
La mayoría de las veces que vengo a la ciudad de los palacios, aprovecho para hacer una parada en los baños Molinos. Como ustedes adivinan nunca he tenido problema con andar en bolas con otros cabrones en los vestidores, regaderas y vapor. De hecho personalmente considero "rara" a otra persona que no puede mostrar su cuerpo desnudo. Pero volviendo a la cultura del baño de vapor, los Molinos es uno de mis lugares favoritos, la historia de andar en bolas se remonta a cuando iba al deportivo, ya sea a nadar o jugar raquetball, y obviamente pues uno se tiene que bañar, en dicho deportivo las regaderas no tenían separación y en el cuarto de vapor los adultos usualmente andaban desnudos, así que era raro ver a un hombre en calzones o cubierto bañándose. La historia de como conocí dicho vapor por metro Mixcoac se remonta a mis épocas de godín en Cuajimalpa y lo terrible del tráfico para regresar al centro de la ciudad, varias veces era tal el tráfico que uno prefería tomar rutas largas y en movimiento, que rutas cortas y totalmente paradas. En dicha búsqueda, tampoco es que tuviera muchas opciones, una ruta factible era bajar por las águilas, vaya por el sur en lugar del poniente de la ciudad, sin embargo en dicha ocasión también el tráfico se empezó a complicar conforme uno bajaba del cerro. La mella de manejar a vuelta de rueda hicieron que me percatara del anuncio de baños Molinos y como buen hombre que gusta de meterse a un vapor seco y sacar el estrés y la mugre decidí dar vuelta en la primera calle que pude, estacionar el auto y encaminarme a dicho lugar.
Como la mayoría de los baños públicos, cuentan con el área general y el área privada, en la privada uno puede ir con un grupo más pequeño de personas, la pareja básicamente, y converger a eros y otras cuestiones, pero en el general, básicamente es como un deportivo sin canchas o área de pesas. La decoración de tal lar es muy al estilo de los cincuentas, azulejos que uno encontraría en el baño de nuestras abuelas. El área de vestidores es de un color verde y más que lockers o gabinetes, uno tiene cuartitos de 1 por 1.5 para sentarse, cambiarse y dejar las pertenencias, luego tras una grande entrada que es flanqueada por unos minguitorios y apartados para ir a donde el rey va solo a la derecha, está la puerta que abre ante nosotros ese templo de la limpieza y cuidado personal. En el centro las camas de concreto o cemento de los masajistas, a la izquierda las regaderas con separaciones, mas no cerradas, al fondo y junto a la puerta lavabos y grandes espejos para rasurarse. A la derecha separados por regaderas de agua fría a presión, dos habitaciones amplias con su puerta para evitar que escape el vapor tanto húmedo como seco.
Sobre mi gusto por el masaje no recuerdo exactamente como sucedió, me viene a la mente quizás algún momento en mis veintes que mi amigo rata me invitó uno cuando íbamos al vapor en los baños Señoriales, pero lejos de incomodarme me agradó que ya una vez relajado el cuerpo por el vapor seco, un especialista sepa como quitar las bolas y otras contracturas que uno va acumulando por horas, días y meses de malas posturas o de ejercicio. Sin embargo no siempre uno hace click con cualquier masajista, al final del día uno se tiende sobre la cama de masajes totalmente desnudo, hablando de cierto pudor, y no todos saben dar buen masaje, hablando de tronar el cuello y otras partes del cuerpo. Es así que con cierto dolor fuerte de espalda y cuello, en una de mis visitas a Molinos hace algunos años atrás, fue que conocí a Evaristo y sus chingonas manos. Este cabrón tiene la finta de Imhotep, el villano de la momia, ambos son pelones, fornidos y aunque Imhotep no tiene tatuajes como el de la santa muerte, Evaristo sí lo que me hace imaginar que son en cierta forma villanos, mas lejos de esto último, ya que el cuate cobra lo justo y hace bien su trabajo. Y esta vez que fui no fue la excepción, haciendo la plática descubrí que es originario de Tlaxcala, un pueblo cercano, y que ahí también hay cultura del vapor por lo que parece ser que su oficio lo aprendió desde sus años mozos y no lo dudo que así sea en Molinos varias veces, en particular esta ocasión, uno se topa con el sobrino o hijo de alguno de los que atiende ayudando al padre.
Sin duda me gustaría indagar un poco más sobre como fue que Evaristo aprendió el oficio, pero debo de aceptar que no tengo ese don de palabra coloquial con el que muchos de los clientes se llevan con el masajista. Quizás alguna otra ocasión que vaya indague más por lo pronto a disfrutar el vapor y una buena masajeada.
Ahh se me olvidaba hablar de mi ansiedad, obvio tanto tiempo en el vapor hace que uno se deshidrate la consecuencia dolor de cabeza y echarse una miada con ardor, pero bueno por más que intenté calmar mi mente esta me bombardeó con seguramente es una infección urinaria o es la próstata, etcétera, ya unos días después de que sucedió y que estoy completando este texto, me río y estoy atento, debo de aceptar que conforme uno se hunde en los cuarentas aparecen achaques que de lejos no hubieran pasado en los treintas y es ahí que uno debe pensar en la solución, más que en el sufrimiento como la célebre frase de cierto filósofo: "El dolor es inevitable, el sufrimiento opcional".
Triglicéridos y pan
Por ciertas cuestiones personales, anualmente tengo que checar mi química sanguínea y en esta última ocasión salí algo alto de mis triglicéridos e irónicamente pareciera que este mes fue el mes del pan, en parte por la panadería artesanal que está cerca de casa de mi mamá. Hablando con el médico, él ya sugirió empezar con un medicamento para bajar esas grasas, yo creo que voy a esperar haciendo cambios en mi dieta y como típico humano, como propósito de año nuevo veré si puedo bajar de 96 a 90 kilos, el ejercicio no lo dejaré de hacer y de hecho en cierta forma estoy ansioso por regresar a Tepic, ya que ahí tengo mi espacio para hacer entrenamiento funcional y las salidas al cerro se estaba volviendo una de mis actividades favoritas.
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