Los chirridos salían de todas partes, las ventanas se cimbraban y temblorosas enfrentaban la bajada que jugueteaban las llantas en la autopista. El olor a sobaco, ligeramente rancio se fundía por el pasillo. Súbanle, súbanle, súbanle - gritaba el joven ayudante engalanado con su gorra de pelotero, mientras se descolgaba de la puerta al piso. De nuevo la marcha reanudábase al son de la bachata. Y de un brinco el chaval se encaramaba en alguno de los escalones del autobús. La luz roja y azul empezó a hacerse más presente, mientras la calma apaciguaba los ventanales y alguno que otro pasajero comenzaba a dormitar. Ese color bermeloceleste era contundente, no habría paso por Constituyentes, no al menos por ahí como pensó el conductor.
No seas pendejo y date vuelta en u y nos vamos por el puente - dijo el ayudante con un ligero tono de sorna.
Azuzado por la voz de su ayudante, el conductor decidió seguirse por Reforma dar vuelta en u y tomar el puente que lleva a la zona militar, sin embargo justo cuando pensó que habría librado el retén sobre Constituyentes se escucharon varias sirenas y por el retrovisor se podían ver las patrullas de los federales y una camioneta con metralleta integrada siguiéndolos.
No mames cabrón detente que nos vienen siguiendo - gritó el ayudante. La gente que venía plácidamente dormitando se despertó y empezaron a escucharse los gritos de las señoras.
No frena el camión, no mames - respondió el conductor, mientras con terror veía como las patrullas lo franqueaban por los lados.
Oríllese a la orilla, es una orden - retumbó una voz alterada por los altoparlantes. Sin embargo el camión siguió su marcha.
Deténgase, sino abriremos fuego - volvió a escucharse la voz. La gente comenzó a gritar, una señora se desmayó y cayó sobre el pasillo, mientras que un señor de traje se levantó del asiento trasero para dirigirse hacia donde estaba sentado el conductor.
¡No mames güey, haz algo Gallito! - se alcanzó a escuchar antes de que la voz fuera apagada por un suspiro seco y para sorpresa del conductor viera como su ayudante escupía sangre y volteaba a verse dos hoyos hechos en el torax mientras caía por las escalones rodando hacia la banqueta. La gente se conmocionó más y empezó a gritar leperadas, implorando por que el camión se detuviera. Unos albañiles comenzaron a forcejear con el conductor intentando frenar el autobus. De pronto se escucharon otros disparos, la gente grito y el camión de pasajeros giró hacia la izquierda y empezaba a dar volteretas, la gente gritaba.
Hijos de su reputísima - alcanzó a gritar el conductor para verse con sorpresa como en una voltereta salía por la puerta y ver como el asfalto de la calle se acercaba a él, hasta que dejo de ver y solo sintió dolor, mientras sus piernas temblaban, pensó en su pueblo San Juan el chico, allá en el estado de México, cuando mamá Tita tronaba el pescuezo a los pollos y estos todavía seguían moviendo sus patas. El dolor desaparecía y con él la consciencia, todo era negro, como extrañaba ese caldito y tortillas recién salidas del comal.
El camión dió otras dos vueltas antes de detenerse con las llantas hacia arriba, entre sollozos de la gente y quejidos de dolor se escuchaba el radio: Vivir mejor, vivir México, el gobierno del presidente Enrique Calderón en su guerra contra el narco ha decidido tener mano dura con los narcotraficantes.
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