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lunes, 23 de enero de 2012

Coche puteado y mal servicio

Cantando ensimismado en la burbuja que provee el coche a horas de tráfico me encontraba, cuando fui sacado abruptamente de dicho estadío. A mi izquierda un enorme camión cercenaba la puerta con sus birlos. Un elefante aplastando una cucaracha. Varios kilómetros más adelante sobre Constituyentes nos detuvimos y comenzamos el calvario de llamar cada quien a sus seguros. Posteriormente un policía de tránsito nos movió hasta Observatorio y ahí la plática fluyó. Preguntas como: qué si era muy difícil manejar un camión, qué lugares ha visitado, qué tal el cobro de cuotas por el narco, cuáles son las peores situaciones para un camionero. Respuestas como: Si claro, sobre todo los tráileres de dos plazas, Monterrey, Villahermosa, etcétera; pues las represalias por no pagar cuota van desde quebrar los dedos al camionero hasta peores cosas, como acribillar a los "chalanes" por que el conductor huyó. Quedarse sin frenos. Llevo trabajando 3 años, pues mi cuñado me animó a entrarle. No, pues, el encierro está por las pirámides ahí tiene su casa.

Finalmente llegó el representante de la aseguradora y tras hablar en privado con su cliente, salió con la ridícula respuesta de que su cliente necesitaba pagarle la prima, si quería que se me pagase el daño. A las 22 horas, después de esperar casi una hora, esperas que el operador consiga 1800 pesos para que me puedas pagar el daño. ¡Qué Demonios! De ahí la situación se dibujó como una terrible sensación de burocracia. Una empresa privada, Inbursa, comportándose como una paraestatal, llamadas al jefe de sulanito, etcétera.

Reflexiono, el servicio malo no tiene que ver si es privada o pública la empresa, tiene que ver con el germen de la mexicaneidad, nota cultural para todos aquellos detractores proprivatizadores o proestado de bienestar. Sea de donde sea la burra, la torpeza es por la naturaleza del animal y no por su oficio.

Afortunadamente, los amigos se hicieron notar y acompañaron la noche burocrática, Perro préstome parte y yo el resto de la prima y se la refrotamos en la cara del eficiente empleado de seguros Inbursa, mientras que al camionero, ya entrados en confianza, meramente pedí como prenda su licencia y terminé llegando a mi casa a media noche.

Ayer pasado el medio día, el camionero me presentó a su hija y su esposa, me pagó y yo devolví la licencia tomada en prenda, un panqué de naranja y un buena suerte. Pocas personas cuando chocan tienen la decencia de no emputarse y no fingir alguna irresponsabilidad.

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