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lunes, 11 de marzo de 2013
El Delantero
Los murmullos se exhalaban cuan fétidos vapores de algún cadero burbujeante en un ambiente enrarecido. Algunos subían a la superficie fofamente, mientras que otros lo hacían de manera más explosiva. Lunes tras lunes el caldero se calentaba descansando las nalgas en sillones de cuero, sillas de algún material acojinado, sillas con ruedas que irrumpían como pimienta sazonando el hervidero que era dicha sala de juntas. Will debía de soportar la soporifera junta en el lugar de siempre, una silla de cuero y remaches de latón que otrora fuera parte de la mesa de juntas, ahora relegada por la comodidad de las nuevas sillas ejecutivas de tela acojinada en una de las esquinas y de la vista del Rey cuya corte fétida se sentaba en su alrededor.
¡Toyota! - se escuchó la voz atronadora del número uno, mientras poco a poco un murmullo apagaban el anuncio, luego otro más hacía lo mismo con el anterior, sin contar que su constante vibración enviaba a Will de nuevo a campos de Hipnos. Aquel brindaba la oportunidad de correr en la delantera tras el esférico hecho por hexágonos, una finta y esté paró en las manos del suertudo portero. La multitud agasapada zumbaba.
Esta caso, pues no lo pude certificar - se liberaba un gas chillante, pero pudo más el crujir de las matracas. El defensa central recuperó y despejó, el medio lateral apoyó, burló, centró volando. Es mía - pensó Will, mientras en un esfuerzo se quitaba la marca de los defensas y corría hacia el balón que sucumbía ante la fuerza de la gravedad atrayéndolo hacia el césped. Pecho, bajó y zurdazo, su nueva trayectoría en chanfle, siendo acariciado y besado por las musas de la red, después de haber sido arañado por la esquina superior del arco. El guardameta en cuatro embarraba su rostro en el pasto. Will corrió hacia sus parceros mostrando debajo de su jersey la camiseta con el rostro de su hija de 4 años serigrafiado, mientras sus camaradas de trotes se abalanzaban sobre él
¡¡¡Gooool!!! La multitud gritó y enloquecida ovacionó celebrando en una especie de orgasmo colectivo la penetración del balón en la cancha. La mayoría se pararon y tensaban sus brazos en un ángulo de 90 grados.
¿Alguna duda o comentario? Es todo por hoy - irrumpió el jefe de jefes, mientras su ejército de Godinez se incorporaban, Will tomó su libreta y pesadamente despegó su cuerpo del cuero de la silla saliendo casi hasta el final.
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