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miércoles, 6 de marzo de 2013
Cuñado
Caminé, pese al fuerte viento y frío, por la acera pensando en encontrar algún bar divertido en el centro de Pueblétaro. Unas horas antes había disfrutado de un pollo al Cognac, junto con el cuñao, consultor de Info que se ganó ese mote por ser el esposo de la hermana de otro consultor. El cuñao es un chavo casi rayando los treinta años muy proactivo, que digo chavo, señor, pues ya está casado, tiene un hijo y va por el segundo infante. Al inicio cuando lo empecé a tratar tontamente asumí cierta superioridad, pues algunas preguntas que hacía eran "tontas". Aunque, reflexionándome, después dejé de hacerlo, pues siempre son "tontas" las preguntas de quien apenas comienza a conocer la empresa y los procesos de dicha. Además quien soy yo para sentir esa pueril superioridad. Supongo que es parte de madurar y comprender a la gente y entenderse a uno mismo.
Ya son varias semanas que viernes o jueves tras jueves viajamos a Queretaro para resolver e intentar sacar a producción el sistema. En la mayoría de los viajes, salvo este, no había tenido oportunidad de distraerme, pues los viajes eran relámpagos o tenía uno que regresar el mismo día. Sin embargo conforme me acerco al centro empiezo a recordar lugares que otrora, cuando viaje en el 2009 para integrar la versión anterior del sistema con el marcador, aprovechando que lo hice sólo recorrí.
El viento sigue soplando, incluso siento una especie de dolor en los pies, pero es mi afán el encontrar un buen lugar donde tomar un trago, quizás divagar la pupila, aunque sin duda lo hice varias veces en el call center.
Algunos bares se me hicieron muy para turistas, así que por azahares llegue a Angela Peralta y di con una mezcalería, discreta en su entrada, pero grande hacia dentro. Una mezcla de ritmos modernos con cumbia. Pedí un mezcal de pechuga y me lo acompañé con rodajas de naranja con chile piquín. El cansancio derivado de estar todo el puto día en el call center fue haciendo mella y me senté dentro de un cuarto amplio con techos altos. Observé como los chavos o la gente más joven que yo bailaba al ritmo de la cumbia y como brindaban con sus "bros" mientras tenían flanqueada su "nalguita".
La bebida espirituosa comenzó a adormecerme, quizás casi 4 años después el furor se hizo maduro, así que me limite a una, pues hoy no quiero andar tambaleándome - pensé - como lo hice en Monterrey. Estaría chido conocer y empiernarse - pensé -, tengo habitación amplia disponible y es quincena.
Pero el sueño es fuerte mejor me voy a dormir, además quizás alcance a posar mis ojos en el sueño de los carbones encendidos. Ya soy hombre casado -pensé. Ahh no eso es el cuñao, me levanté me vi al espejo y vi que tenía una panza nada desdeñable, mi tez era más clara, mi barba solo de piocha. Quize pensar que todo era culpa del mezcal de pechuga, sali despavorido del bar, me tropesé y caí. Cuando retomé la conciencia estaba rodeado de oscuridad, me encontraba en el piso a lado de la cama, me levanté fui al baño, prendí la luz. Me eché agua en el rostro, me vi al espejo y mis ojos miel me sorprendieron, también lo hizo mi tamaño, bueno al menos no está mal, mientras veía en mi mano izquierda un anillo en mi dedo anular. Quizás no sea tan malo tener esposa y dos hijos - pensé -, al fin y a cabo la vida es un sueño, mañana es la prueba masiva, mañana lo que programó el goffas hará el paro.
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