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miércoles, 24 de agosto de 2011

El debraye sobre las definiciones.

Me encuentro leyendo los apéndices del libro titulado El lenguaje de la vida, el adn y la revolución de la medicina personalizada, escrito por Francis Collins. Dicho libro habla básicamente sobre los distintos aspectos que la genética, al menos por hoy, nos roza y deriva en entender la codificación que forma los químicos de nuestro cuerpo y el cuerpo en sí. Quizás por ello que hable de una medicina personalizada, pues si uno conoce la codificación de nuestros atributos visibles y no visibles, la interacción con enfermedades, desgastes, fármacos es factible pensar de manera Bayesiana en lugar de manera frecuentista.

Es claro que la genética y sus relacionados cubren básicamente todo, desde nuestra morfología hasta, incluso, nuestro comportamiento y si no sabían, este libro puede que sea un acercamiento para generar dicha curiosidad. Hay ciertos tópicos que realmente me sorprendieron como es la futura terapia génica para corregir enfermedades usando células madres generadas a partir de nuestra piel, por ejemplo. O el uso de medicamentos que inhiban la proteina codificada por la información genética ya sea por un virus, como el del vih y que, al menos al día de hoy, la reduce a una enfermedad crónica o por nuestras células generando linfomas. Son interesantes algunas de sus reflexiones sobre la cantidad que dedica el gobierno, no se diga de México, y empresas de USA a la investigación y a la implementación de esa investigación. Incluso el manejo del historial médico, como menciona, deja mucho que desear. ¿Cuantos de nosotros sabemos el historial médico propio o de nuestros familiares? Conocemos más sobre el historial crediticio o cualquier otro historial de chismes, fútbol, que el que en un futuro podría ayudar a entender la enfermedad, la droga y, por ende la personalización de la medicina.

Caminaba sobre las calles ruinosas de Cuajimalpa antes de llegar a la oficina y reflexionaba sobre la juventud, los problemas que aquejan a nuestro país ejércitos de ninis* como factibles campos de cultivo del narcisismo y del narco. ¿Por qué nuestra sociedad no puede brindarles un entorno que les genere curiosidad, imaginemos esos ninis entendiendo nuestro entorno. Es claro que no todo depende del estado, también, en parte, ha sido la malformación de los padres hacia sus hijos. Los padres fueron presa del consumismo y de las explicaciones míticas: por que Diosito así lo quizo, por que así lo digo yo... Ahora nos encontramos ante una jaula tecnológica, de placeres o de hambre que nos duerme y no deja que la inventiva aflore.

Quizás abusando de analogías, así como el ambiente predispone a la expresión de un gen y viceversa, así el individuo respecto al estado y viceversa. Me pregunto, si nuestra sociedad está condenada a jugar sobre los Argonath, nunca entenderlos y por ende nunca superarlos.

*Acrónimo de ni estudian, ni trabajan.

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