Adios Dona o Chucha, gracias por la felicidad que nos brindaste, recuerdo como ambos departíamos allá por el 2018, cuando me vine una temporada a Tepic, con tu cola y alegría disfrutamos mucho lanzarte tu hueso, acariciarte y que me dieras la pata. Sin duda nos has enseñado la lección de felicidad en el momento y la fragilidad de la vida. Justo hace casi dos semanas que te tuvieron que dormir para que no sufrieras los tumores que te aquejaban y hasta hoy decidí escribir algo. Al igual que tú, yo sufro las dolencias de la existencia con forma de una diarrea crónica e intermitente, síndrome del intestino irritable, así es delicadeza que es la vida y entereza que es el deseo por vivir los veo en tu memoria. Gracias por recibirme en Tepic, suave lomito, ahora corres en las estrellas tras el hueso de los planetas.
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