Es común que en la mañana salga y camine unas cuantos cuadras a la tienda a comprar alimentos, a veces no tanto por que falten los alimentos, sino por el ejercicio de salir y caminar aunque sea unos cientos de metros y respirar aire fresco. Desafortunadamente mi trabajo requiere muchas veces estar horas sentado frente a un monitor y con la diferencia de horarios esto se acentúa desde temprano, ya que mi jornada empieza a las seis y media de la mañana, por lo que ir a la tienda es el pretexto perfecto.
Y en ese caminar es cuando las ideas se activan, como saben nuestro cerebro genera sinapsis al caminar, y hoy en particular he estado rumiando un par.
Resentimiento y urbanismo
La ciudad de Tepic sufre de todo lo que sufren las grandes metrópolis de México, pero a menor escala, y lo más triste es que las mentes que podría innovar no siempre están excluidas de las decisiones, no lo digo por mi pareja quien estudio años diseño urbano y sustentabilidad, además de vivir en una de las cinco mejores ciudades del planeta, pero si influye escuchar sus ideas para hacer un juicio racional. Así donde el mercado nos permitió vivir es un lugar que va directo al mismo fracaso urbano que la ciudad ejemplo para los Nayaritas: Guadalajara. Así urbanamente se empieza el deterioro y la exclusión.
El primero por que el estado en su indolencia y clara colusión, los dueños del fraccionamiento u otros implicados son parte de las elites que controlan el estado, permite la construcción de nuevos fraccionamientos o cotos, sin el debido análisis de impacto en tráfico, agua y otras cosas que deberían ser clave en una ciudad moderna para mantener cierta calidad de vida, por lo que esta decae o se deteriora, generando ciudadanos apáticos y pesimistas. Imaginen la salud mental lidiando con tráfico todas las mañanas o con la falta de agua periódicamente, el abandono genera desapego y fragmente nuestra sociedad, el ejemplo más extremo es Guadalajara, no es casualidad los niveles de delincuencia, o el estado de México.
La segunda por que se hace una clara línea divisoria entre espacio público y privado generando polarización sobre el argumento de exclusividad y lujo. Así las calles públicas están abandonadas, mientras que las privadas no. Los cotos solo permiten autos como medio de locomoción excluyendo otros medios como la bici o los pies, así el auto se vuelve un símbolo de estatus y de comodidad, pues los que no tienen tal deben andar en aceras pequeñas o sin aceras, caminos sin árboles esquivando autos, lo mismo para las bicis y es así que solo los exitosos tienen derecho a la comodidad por que ellos se la promueven, reafirmando ideas Darwinianas sobre lo que es la sociedad. Poco a poco esa mierda de exclusión empieza a llenar el retrete hasta que un buen día se desborda y apesta por todos lados, es aquí donde mis queridos amigos de derecha deben de preguntarse qué fue lo que generó resentimiento y polarización.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario