Hoy hace 51 años nacía un gitano, así medio siglo después, se dice que maneja capoeiromancia entre muchas otras artes, y no lo dudo por el contrario es un placer escuchar como su voz en canto transforma acordes en buenaventuras, observar sus movimientos, la danza de luchar sonriendo, y aprender el augurio de llevar la cabeza del parcero al pie y no el pie a la cabeza del contrincante.
Así a este hombre alto, adusto, con una larga cabellera ensortijada en proporción del estrés del encuentro nacional de capoeira, agradezco sea
Marinero, capitán
Que llevas un barco humilde
Sobre las aguas del mar...
Que mejor enseñanza que
No te asuste naufragar
Que el tesoro que buscamos,
Capitán,
No está en el seno del puerto,
Sino en el fondo del mar,
En ese mar calmo, observo mi reflejo y me veo sonriendo de una manera sincera, casi inocente, de pronto un tiburón ballena como un viajero en la inmensidad del cosmos. Así reflexiono y te deseo la máxima de las Flores, colega velho Lobo Noble, un minimo en palabras a comparación del tesoro en el fondo del mar.
Por cierto hace algunos días Mestre Cigano, Adolfo Flores, compartía un hermoso poema de Miguel Hernández
Aceituneros
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?
Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
Y una canción de Paco Ibáñez
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