10 años y las sorpresas de la vida

Cuando terminé de estudiar la licenciatura en matemáticas aplicadas nunca imaginé que terminaría de programador o desarrollador de software por distintos que sean los títulos que uno enarbola en la corporación cuyo logo es el infinito y el acrónimo de Xavier Medina Mora estilizado. Las experiencias en dicha empresa han sido tantas y no es para menos, pues en sus pasillos y en su software he convivido 10 años. Ahora a un a 3000 km de distancia sigo trabajando como una especie de freelancer. Mi jefe original o quien me contrató al igual que yo trabaja a distancia, la empresa sigue con temibles bríos empujada por Carlos Rodríguez al timón y con el apoyo de mucha gente, jovenes y no tan jovenes que entregan su alma, literalmente algunos, a dicho proyecto. Hasta hace un par de años se podría decir que la empresa era totalmente mexicana y una de las pocas que exportaba conocimiento cristalizado como software de cobranza en lugar de meramente administrar el conocimiento.

El valor del conocimiento es terrible es la diferencia entre países ricos y países pobres, llevo casi un año viviendo en Canadá, país llamado de primer mundo, y en las sutilezas del vivir diaro se da uno cuenta el por que es primer mundo este lar. Si bien tienen muchos recursos naturales le dan una preponderancia al conocimiento, es decir generan conocimiento científico en lugar de ser meros exportadores de materias primas. Así Inffinix Software en un beneficio mutuo aprovecha el talento de mucha gente para generar ese valuable conocimiento y tener presencia en muchas partes del  mundo.

Diran ustedes si tengo muchos beneficios por ser parte de una empresa así y no tiene  sentido contestar eso, pues el barco es el barco y en él he surcado los mares laborales por 10 años. Un tercio de mi existencia para una empresa me deja sin duda pensando... y en tan poco tiempo que me presto para escribir dudo poder escribir de manera objetiva. Mejor anexo unas fotos y fluyo en el tiempo laboral.