Una de las estaciones de radio que más disfruto cuando manejo es la de Opus 94.5, en parte por que las rolas que disponen: música antigüa, clásica, barroca; en parte por el respeto a la audiencia no invadiendo el espacio sonoro con ruido de comerciales o el ajetreo típico de otras estaciones comerciales, y en otra parte por las secciones cortas como la enciclopedia musical o testimonio y celebración con Ernesto de la Peña. Hace un par de días escuché la noticia de su fallecimiento, no me causa tristeza, pues sé que es el destino que todos los humanos compartimos y por el contrario que chido que el señor haya tenido la oportunidad de aprender tanto de los clásicos y otras cuestiones. Sin duda extrañaré escuchar la introducción de Haendel de su espacio y su voz ligeramente gangosa, supongo producto de los años que ya tenía; pero sobre todo los temas raros o poco comunes como lo son sus reflexiones sobre la mística cristiana y pagana griega. Hoy mientras manejaba en el camino del bosque que me brinda momentos cheves de reflexión escuchaba algún programa atrasado de él, pues su voz se escuchaba más joven. Hablaba sobre Freud y la destrucción de la inocencia, entendiendo por inocencia el asexualismo, supuesta de los infantes, pues queda claro que los bebes patalean para darse placer sexual, según Freud parafraseado por el Sr. de la Peña. Queda claro la ironía de Ernesto al hablar de inocencia, pues nada es más inocente que la sexualidad y el autodescubrimiento, pero sin duda el lastre cristiano hace que veamos muchas cosas con malos ojos, cuando debería ser todo lo contrario.
Este tipo de cortos de caracter divulgativo eran los que caracterizaban el programa Testimonio y celebración, algunos muy crípticos en el sentido de ser un conocimiento muy especifíco, otros más generales. Todos con la grandilocuencia y el tremendo bagaje de Ernesto de la Peña. Gracias por esos momentos agradables, en mi caso en mi coche, que nos brindó donde quiera que se encuentre o no.
La noticia de su fallecimiento en la Jornada
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