Miserable de luz, vuestro refugio es dulce y estrecho, digna sois de toda gracia. Si vuestras pupilas se dirigen al creador, formas puntiagudas emulan el gótico en deseo carnal, sufren por alcanzar el placer de la tierra. Subyacen ante el fango, ante la estabilidad de los fofos músculos. Queda, pues la luz meditabunda, jugueteo del Efebo por brindar sombras a los agudos de vista. Castillos en el aire, troneras de sentimientos extraños rematadas por torres de irrealidad. Jardines de un impúdico objeto amoroso. Estatuas cuyo cobijo descansa entre los arboles, grises y negros, aguardando impedecederas, pálidas, los hechos de la adoración.
Regina, mater, Regina, mater, ninfas en coro piérdense menguando en soprano, un requiem olvidado, puro, sacro en la angustia de la nada.
Figuras, una a una dentro de una y afuera de una. En cada una, una más y en ese más una figura.
Ten piedad de nosotros, escucha nuestra súplica, ten piedad, atormentados fantasmas decoran de negro la garganta de esa boca en adoración infinita aguardando el cuerpo del mesias del quien habría de venir desde el principio de los tiempos, antes de que la boca fuera boca, antes de la profunda garganta y de todo fantasma. Terrible burla, satira en gris, en gajos la baba ha secadose y resta a las nereidas gotear lágrima por lágrima recordando la futura venida del primer nacido.
|Rescuat in pace|,|Rescuat in pace| en espera de la luz y la resurrección. Menguada sin luz, alma negra sin candor prendido, ilusionada por las sombras, creencia remota de una nueva Jerusalem, de la novia divina, del insulso Apolo que brinde un juicio. Sin cerrar las entrañas a los Infiernos, ningún otro acto de piedad os queda, dejad v. pompa de ausencia a la nada. Eternidad cavada y ejecutada una a una por ilusiones pasajeras. Frios elisios de Tanatos perfumen tus intestinos. Ecos lastimeros, dulce música para tu alma. Piedra caprichosa eres, eras y serás en espera de un primer nacido.
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