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jueves, 6 de noviembre de 2025

Crónicas de la rabia: El maleante reformado

Muy al sur de la ciudad de los palacios en la zona de hospitales, se yergue uno privado cuyos caminos están bordeados con plantas de romero, lavanda y jazmín. En cierta forma su orden y pulcritud me recuerdan a mi querido hospital de Nutrición, aunque este en cambio se dedica a atender de manera privada. Pasando un café de la sirena dentro del hospital, se encuentra el área de vacunación, menudo relajo el que me acaeció después de la mordida de un can sin dueño y aprovechando mi corta visita a la ciudad de los palacios, heme recibiendo la segunda dosis de antirábica en el brazo. Poco después caminé por Renato Leduc y apapachado por la aplicación que nos brinda una limusina temporal cedí ante su guiño. El chofer, un hombre que yo creía tendría 20 años y que luego resultó tener 38 años de su viva voz, traía música de Zoe, lo que hizo que el viaje fuera agradable ante el sol naranja del ocaso. 
Usualmente cuando viajo, me gusta conversar más que encerrarme en ver que piensan otrora los quinientos íntimos amigos y ahora las sugerencias de los algoritmos. La charla fluyó y en una de esas sin ninguna razón en particular el chofer mencionó que el fue un cabrón desde los 15 años, que cayó en las drogas, adicciones, que se ganó el respeto de su círculo robando autos y siendo un malandrillo, pero que ahora ya cambió, por un momento me impactó su confesión. Pues siguió dándome detalles de manejo de armas y de que de morro si el se lo proponía podría hacerse de cualquier auto, sin embargo algo dentro de él cambió y en parte ayudado por su "jefa" dejó Cuernavaca para venirse a CDMX, dejar el entorno que lo incitaba a las drogas y los robos. Obviamente, contó, volvió a caer, pero su esposa y su hijo, tras un accidente fuerte en moto le hicieron entender que esa no era la vida que él quería para su familia y pese a las amenazas helo aquí manejando cándidamente y contando su vida a un desconocido casi 8 años después, ganándose mil pesos de manera honesta.
Un par de días después trás el boom por la muerte de Carlos Manzo, el presidente municipal de Uruapan, y el aspaviento que ha derivado su abatimiento en una celebración pública a manos de un joven de 17 años saltando su círculo cercano de policías municipales y el perímetro de la guardia nacional. Me hizo recordar el detalle de mi viaje y del hombre que enderezó su camino torcido. Pienso en todos aquellos que desean deponer a la presidenta, como si el hacerlo acabase con los problemas, en los que se imaginan al ejército abatiendo a los miembros del crimen organizado, como si estos fuesen de otro planeta, obvio estos se van a defender y la espiral de violencia fluirá. Pero aún así muchos en su pensamiento se imaginan en una especie de película de Marvel de buenos contra malos. Como si el entorno del chavo asesino fuera algo transplantable o prescindible. Como si Uruapan no tuviera criminales enraizados en su sociedad. Qué pasa con el bueno que se volvió malo o el malo que se volverá bueno, serán abatidos, se implementará de nuevo la pena de muerte. 
Me da gusto que la gente se politice pues al final del día eso habla del interés por el bien común o quiero creer que esos son sus motivos, aunque es bien sabido que desde que entró al Peje a dirigir el ejecutivo federal ciertos grupos no han cesado ni un día su ruindad y su gusto por el bien no común. Es iluso creer que todo en México es a través del gran tlatoani, pero lo entiendo venimos de una larga tradición de presidencia imperialista, pero lo que muchos ignoran es que el gobierno se maneja por varios niveles, la ignorancia no permite vislumbrar que en la burocracia el municipal se echa la papa caliente con el orden estatal y a veces estos con el federal. Por ejemplo si desapareciera mi madre qué orden de gobierno es el que debe atender primero dicha desaparición. 
Sin duda varios temas complejos y por ende a falta de un pueblo, ricos y pobres, con capacidades reflexivas soluciones simplistas como "buenos" vs "malos". Pienso en el chofer de Didi, que lo llevó a delinquir en sus años tiernos de vida. ¿El gen del mal o un sistema que prioriza las riquezas y las ambiciones, fragmentando a los individuos? ¿Por qué un joven de la misma sociedad michoacana o de un pueblo de a lado pensó que sería buena idea asesinar al presidente municipal, quién le dió el arma? 
En algún momento de la conversación con el chofer de Didi, le pregunté si él que estuvo metido en actividades delictivas podría decirme que llevaría a un joven a hacer algo así y su respuesta fue el ego, la vanidad de presumir que él mató al presidente municipal. Mas a quién podría presumir algo así, la respuesta, el entorno. Que por cierto hablando de gustos musicales, él mencionó que le gustaban los corridos clásicos y volviendo al entorno, qué mejor ejemplo de presumir que eres un cabrón y haces lo que quieres que la letra de los corridos. "...y mi palabra es la ley, pero sigo siendo el rey...", me viene a la mente la letra de esa canción de Vicente Fernández, Tapatío, quizás en esa y muchas otras canciones está la respuesta parcial a la violencia y por qué muchos jóvenes se involucran en actividades que no benefician a la mayoría colectiva que llamamos México. Quizás por eso muchos en el fondo quisieran ver arder el país para mostrar que con país o sin país hago lo que quiera y mi palabra es la ley.