Pensé que la libraría, pero no, no fue así, el fin de semana justo después de la marcha de la generación z-derecha y mientras festejábamos el bautismo de Cosmito, el mal de la nariz empezó a hacer mella, ya en la noche me sentía cansado y con más molestias. La semana transcurrió descansando y sufriendo los efectos del resfriado y una que otra hipocondría relacionada con el SII, aunque tiendo a no prestarle demasiada atención hay días que todo fluye tan perfecto y otros que bueno no sucede así. Curioso que a estas alturas de mi existencia sea tema, pero bueno algo que he notado a estos 45 años es que los achaques parece que me meten mella.
El lunes, pese al resfriado, cayó de visita el buen Rulo y con él unos tequilas acompañados de infusión de jengibre con miel, más lo curioso fueron las anécdotas que versaron sobre la IA generativa en el día a día impuesta en el trabajo, pasando por celos con la cuñada, para luego dejando el péndulo y cenando en la pagoda hablar de la aventura en Tijuana: "Welcome to Tijuana, tequila, sexo y marihuana". No quería aceptarlo ahora que plasmo las letras digitales, pero me da ternura esos 10 años de diferencia, no sé por qué a recientes fechas me da como esa añoranza de los 30, como si los 40 fuesen ya un declive, sin duda tengo que trabajar esos pensamientos.
Hoy jueves, se suponía que iría a clase con la Miss aprovechando que ando por estos lares, pero so pretexto de cuidar el resfriado, en realidad es más por cenar con el perro y la rata, sabiendo que las 21:30 ya es tarde para el suave lomito, decidí sacrificarme, aunque con cierto pesar, pues llevo una semana de completa inactividad.
La cuarta dosis de la vacuna contra la rabia terminó este sábado y con ello espero las visitas a Médica Sur, no sin terminar con un curioso error pidiendo el coche hacia el metro General Anaya y en mi torpeza descubrir que hay una colonia en Iztapalapa cuyas calles son los nombres de las estaciones del metro para el colmo dado que el precio fue fijado no había manera desde la aplicación de cancelar el viaje o cambiar la ruta. Lo bueno es que entre humanos uno se entiende, además de que el conductor me dió una buena idea para la próxima vez que vaya a cortarme el cabello.
Tenía por cierto un mes de no escribir nada en mi diario físico, ya saben la libreta que tengo y usando la pluma fuente resultado de mi último arrebato consumista. Y justo en ella plasmaba el sin sentido que a veces me pasa y en esos sinsentidos consumistas jugué, no por la acción, sino por el objeto, un juego que se llama Piri Piri summoners. ¿Acaso no son tiernos? Vaya me traje a CDMX dos enormes pisapapeles para jugar algo sencillo. Ni hablar a veces las cosas no salen no tanto porque no se planean, sino porque uno no tiene la fortaleza para hacer que sucedan.

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