No sé porque no se me ha dado la gana de escribir, bueno en parte por que pareciera que es un ejercicio de otra época, lo de ahora es la inmediatez absoluta y la distracción eterna, las redes me apendejan y entre nopor y banalidades no logro a veces conseguir concentración. Sin embargo no todo tiene tintes oscuros, una buena parte de la semana de Agosto la aproveché para visitar la otrora capital imperial de Brasil: Río de Janeira. Y digo imperial porque Río no es solo playas y fabelas, como a veces uno piensa reduccionistamente, sino también son grandes avenidas rodeadas de hermosos jardines, edificios históricos enormes y playas públicas con suficiente espacio para que sus ciudadanos las disfruten.
Quizás ese fue uno de los primeros choques culturales, pues en México estamos acostumbrados a hoteles y construcciones pegadas a las playas o ramadas, el chiste es que no hay ciudad con un paseo que recorra parte de la playa o costa, si hay una que otra con malecones, pero no en la grandiosidad de Río, también no hay playas enormes donde se haga ejercicio como fútbol o voleibol, casi siempre es aplatanarse en camastros y comedera, lo que lleva al siguiente punto la ausencia de basura, cosa que desafortunadamente no sucede en las playas populares de México.
Sin duda la ciudad de Río me ha enamorado por su versatilidad para hacer uso de la bicicleta y recorrer buena parte de la ciudad conectando partes interiores con las playas y sus famosos barrios como Flamengo, el centro, praza XV, el museo de amanha, Batafogo, Copacabana, Ipanema y otras playas urbanizadas más recientes como Barra y aun con las ideas ambiciosas de nuestra época, Río se resiste a privatizar y cerrar las playas. Quizás la decepción de creerse civilizado y darse cuenta que los ejemplos de orden no sólo vienen del norte global, sino también del sur.
Sé que regresaré a la ciudad de Río, pues me ha gustado la gentileza y otras cuestiones, además de que la capoeira en cierta forma es parte de mi existencia, junto con falar brasileiro.
Sobre otras cuestiones, pues de nuevo en la rutina en mi amado ranchito, de nuevo sorprendentemente el calor y la humedad, muy por encima de Río, junto con la fragmentación que uno vive en esta ciudad en la que el coche es fundamental y la ausencia de urbanismo su ley. Así en calzones con el tedio y la tranquilidad a flor de piel, espero retomar cosas interesantes como las piezas de barro, la caligrafía, el origami, el ejercicio y quizás enfocarme en la mejora laboral, ¿Ingeniero de datos?
Lo que sí me da un mal sabor de boca es ver como el uso de IAs inunda más nuestro día a día, en gran parte temo por la cordura neuronal y por terminar como animalito empujado por el cerebro hegemónico de alguna IA, por lo pronto si bien me he divertido con generar texto para cuentos, que nunca plasmaré, he concluido que me gusta más ser yo con mis errores el creador de ellos y no la parametrización normal que hay detrás de cada IA.