Los días sucumben ante la luna y esos carbones encendidos calientan como si el tiempo no hubiera hecho mella alguna, aunque no son los mismos siguen ardiendo como siempre e inspirando como nunca. En ese momento que erguido ante la pregunta me daba cuenta que uno nunca sabe lo que vive hasta el instante en que uno dice sí. El bardo que a rara vez me inspira poco puede hacer para plasmar en palabras las historias dentro de las historias, toda trova es nimia al escuchar esos orbes negros cantar.
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