Hay meses en los cuales no piso ni una sala cinematográfica por error, pero en este mes y en particular este fin pareciera que fuese la excepción, pues en dos días consecutivos disfruté dos películas interesantes. El sábado tuvo turno la típica película taquillera Hollywoodense: Wolverine o como diría mi roomate Bobulín. Una película sin duda con mucha acción y el fetiche lolita japonesa que la mayoría precia, aunque no aprovechado en su máximo.
El domingo, en cambio, la película fue más divertida y sin tantos recursos económicos o de tecnología: Les infideles. Una comedia donde se abordan las diversas perspectivas de la infidelidad masculina. Seguramente muchos se sentirán identificados con las diversas historias, como le sucedió al isonómico.
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