Baje del autobus y me dije - carajo tener que trabajar.
Luego procedí a cerrar el libro, guardarlo en la mochila negra que traía conmigo y emprendí el descenso, lento y torpe, rumbo al edificio de grupo Inffinix. Llegando observé los oficinistas trajeados de siempre, puro tornillo. Y el aburrido batch que debo de programar me aguarda. Infiernos!
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