No tiene por que ser una imagen plana con plata y vidrio la que refleje vuestra silueta. Hay unos sutiles y extraños su planura es la oscuridad de la piel, su marco el pelo cano, la plata sus hundidos ojos, el desgaste del tiempo se denota por la ausencia del incisivos. La imagen proyectada es la relación del castigo a lo que hago. El tiempo no existe, antes regla inquisitiva, ahora llaga purulente, mañana una costra grande y tosca si es que la gracia del oxigeno sigue en pos del espejo y del que se observa en él.
Que extraño uno voltea a verse al espejo y puede darse un vanidoso deseo o un humillante asco. En ese objeto análogo sucede por el estilo... hay espejos grandes, hermosos, redondos, limpios, que proyectan una nitida imagen. No se habrá dado cuenta de este espejo sucio, acabado, sacado por accidente de una casa donde debió haber perecido hecho astillas bajo el yugo del martillo. Extraño, sin duda, pues he visto el reflejo de unas palabras y de una febril silueta, cuya repulsión es patente, y acabo de recordar que son mis reflejos. Otro nombre hubiese dicho antes, mas no, volteo y exclamo: ¿Alejandro?
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