Casi 20 años después y sigo perdiéndome en la librería del péndulo, seguro pensaron en el autor del libro. En esta visita corta cada vez se ve más deprimente las calles de la zona rosa, el tianguis, la basura, el escándalo han ido conquistando espacios hasta ya ser la norma, lo gay, lo popular, los indigentes, quizás la gobernadora de cdmx vaya a postular con pompa y bombos ¡¡¡el tianguis más grande del mundo!!!
Hace algunos minutos, media hora quizás acompañé a mi madre al casino que está a lado de la glorieta de insurgentes, mi mamá me preguntó si me acordaba del cine que alguna vez de niño me trajo. Me quedé un rato pensativo mientras se internaba al recinto de luces y ruidos suaves templo para las personas en su mayoría de la edad de mi mamá, el frío calaba por la calle que da a la glorieta, alguien por unas monedas toca en el sax bella chao, ahí van 10 pesos buen señor directo al botecito de su hija, la saudade futura me invade y decido adentrarme y observar a mi madre en su pequeño paraíso, algún día —me cuesta trabajo escribirlo y los ojos se humedecen— extrañaré su imagen, creo que la partida de la madre del isonómico me dejó marcado y justo me estoy mensajeando con él, casualmente. Hablando de mensajes otro amigo me acaba de invitar a su boda, el buen Rulo, saudade y alegría, flatulencias e intestino irritable, resfriado o alergia, sensaciones todo es sensación.
Regresando a con mi madre ahí la observo y es ella el pretexto de escribir esto, bebiendo vino caliente con whisky ahora desde la mesa de la “cafebrería”. A veces la existencia es como una ruleta de esas virtuales, así empieza este año impar, cuyos cubos también son cuadrados, así mi madre como un metademiurgo es creadora aquí y antes de ahora y mañana, ella sin saberlo solo apretando un botón, sigo su ejemplo y aprieto el de publicar.