Bebía mi café en el día que se conoce como Navidad y me llamó la atención la columna de Fabrizio Mejia. "Vale la pena ponerla en mi bitácora" pensé mientras mascullaba y caía en cuenta que tengo más de un mes de no publicar, en parte por la pereza de hacerlo desde un celular y en parte por falta de inspiración. Así que aprovechando que es día de descanso la comparto.
Lo que me llamó la atención fue precisamente lo que habla sobre los mitos fundacionales del maíz en las culturas prehispánicas y el trance entre vida y muerte, siendo ello lo que precisamente otros pueblos también celebran y que ha convergido en el momento en que es notoria la muerte en el frío invierno y el renacimiento en la primavera. Así en el argot cristiano la navidad representa el nacimiento de Chuchín como espíritu vivo del renacimiento. Me viene a la mente la alegría de ver que trajo Santa Clous, regalos que hablan de vivir y jugar por otro año más.
Como ahora ateo la falta de creer en un ente predefinido, no me quita apreciar lo que nuestras diversas tradiciones nos tratan de enseñar en la personalización del mito y me gusta creer en ese mito por el proceso más que por el ente.
Sin duda necesitamos mitos para hacer la existencia mágica y más llevadera, ahora más que nunca que la frialdad de la codicia optimizadora de unos cuantos corporativos atentan contra uno de los mitos fundacionales más importantes de las personas que vivimos en México y mesoamérica. Hoy ante todo el pensamiento del mito debe superar al codicioso pensamiento corporativo. ¡Feliz Navidad!
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