Imponentes se levantan ahora los hoteles de concreto y una que otra torre de departamentos valuados en millones de dólares hace unos días, pero ahora nadie paga ni un peso por dichos predios. Hace 5 años que en este lugar había un manglar con sus mangles rojizos, sus lagartos que susurraban al escapar por el agua que cubría dicho humedal, por las tardes cuando el sol se ponía y el bermellón reposaba sobre las nubes cientos de garzas emprendían el vuelo, ahora el bermellón se posa sobre el concreto inundado por el mar.
Nadie supo como empezó todo de nuevo, no habían pasado unas semanas del anterior huracán, cuando se hizo el anuncio que la tormenta tropical Horacio en cuestion de horas se transformó en huracán de categoría 5. Quizás la selva de concreto que era ahora el área metropolitana de Cancún-Tulum, megalópolis del turismo, otrora un lugar lleno de manglares tendría algo que ver, la corrupción desmedida y la avaricia sin sentido cobraban la factura a los huevones mexicanos que sin lógica alguna, más que maximizar ganancias, llevaron como es su costumbre al crecimiento desmedido y sin control. Todo empezó con Tejamar años atrás, después siguieron otros humedales, selvas y playas. La basílica monumental construida en Tejamar días atrás sirvió de poco ante los cientos de creyentes que pensaron encontrar refugio en tan bella construcción adornada con sus palmeras y sus verdes céspedes.
Cuentan los pocos sobrevivientes que los vientos eran terribles, el cristo de dos metros que se erguía enmedio, comenzó a rechinar, el soplo de Bóreas fue terrible, poco a poco los vitrales fueron cediendo, primero uno a uno, después todos de manera caótica, los gritos de los feligreses fueron ahogados por el estallido de estos en el piso y en las paredes, algunos intentaron abandonar el edificio, pero se encontraron que esté se iba llenando poco a poco con agua del mar. Los que se quedaron fueron lastimados por los vidrios que fueron proyectados con un terrible odio, otros menos afortunados como su excelencia el arzobispo fueron degollados, justo en el momento en que unos minutos antes decía que se calmaran, pues la sangre de cristo los protegería, ahora de su cuello gordo brotaban borbotones de sangre, que llenaban la copa que se usa en la consagración, quizás pareciera que el arzobispo era el cordero de Dios sacrificado en el altar.
La gente al ver al arzobispo sobre el altar comenzó a correr despavorida, algunos se hincaron y empezaron a rezar el rosario y pareció por un momento que Dios se había apiadado, por que los vientos se calmaron, quien tenga más lógica hubiera sabido que estaba el ojo del huracán sobre la basílica, sin embargo dicha quietud sólo fue pasajera, de nuevo los vientos entraron con más furia haciendo que el cristo monumental pareciera que lanzaba un grito desgarrador colapsando con buena parte del techo que terminó por sepultar a cientos de feligreses que habían ido a refugiarse a la basílica. Ironía algunos dirían, pues precisamente el huracán toma su nombre del dios maya cuya figura comunmente se representa con la forma de un reptil, pareciese que dicha deidad Maya cobró venganza por todos aquellos caimanes que no pudieron escapar del concreto con el que rellenaron los humedales años atrás donde ahora la basílica se yergue.
El mar estaba realmente embravecido, ola tras ola golpeaba las estructuras de concreto, llevándose consigo coches, gente, mesas, turistas, nunca antes en un meteoro que azotara Cancún se había visto que las olas fueran tan altas, muchos decían que la magnitud era superior a la escala 5.
Cada vez que chocaban con los edificios pareciera que rugían de frustración al no encontrarse con el preciado manglar y en su lugar toparse con esos adefecios de concreto, luego al retirarse silbaban tristes mientras se llevaban consigo la blanca arena del malecón de Tejamar.
Días después el panorama era desolador para los habitantes de Cancún, buena parte de la ciudad se encontraba bajo el agua, mientras los cadáveres iban formando cúmulos, como si quisieran retar a las nubes que tristes se reflejaban sobre el agua lodosa. Algunos cadáveres recordaban a la metáfora del cerdo capitalista, pues tenían el vientre gordo y los cachetes hinchados.
En esa quietud se escuchó de repente una maquina atravesar cuan zumbido, era el presidente acompañado de su gabinete, quienes sobrevolaban por el área para evaluar los daños, la destrucción era impresionante. El presidente tenía el semblante perturbado, pues recordaba que días atrás había hecho el mismo ejercicio para aterrizar en uno de los hoteles de lujo en el malecón de Tejamar donde se llevó a cabo la cumbre del medio ambiente y del calentamiento global. Su orgullo ahora parecía apagado, quien diría que el hotel de su compadre dueño de grupo Haiga se encontraría en tan terrible aspecto.
-Compadre, esto está de la chingada- le dijo susurrando al presidente el dueño de Haigga con cierto tono de ironía.
-Pura pinche roca, espero que el plan dni3 de turismo drague arena por que así ni una pinche mosca se va hospedar- replicó el dueño de Haiga, como si él fuese quien ostentase la autoridad y no el presidente.
-Sí, compadre, ud. no se preocupe- respondió un poco apesadumbrado el presidente.
"Dios mío que hicimos para merecer tu castigo" pensó el presidente y era de esperarse, pues nunca había leído libro alguno de ecología o biología, como buen economista sólo sabía de la mano invisible y durate su mandato autorizó y apoyó otros desarrollos en otras partes de Cancún, Tulum, Playa del Carmen, ahora mejor conocidas como el área metropolitana de Cancún-Tulum.
-Qué haremos ahora, Pepe- dijo acongojado al secretario de turismo.
-Quizás debamos expropiar alguna playa virgen señor- respondió torpemente sin pensar el secretario.
-Cuál playa, si todas las hemos vendido- musitó el presidente de los mexicanos, mientras volteaba a ver a su compadre.
De pronto su ensoñación terminó, cuando observó blancas figuras cruzarse con el helicóptero, pareciera que sonreían con su pico.
-Una manada de garzas- gritó el presidente.
-Parvada señor- respondió el presidente municipal.
Una a una dichas gráciles aves fueron chocando contra diversas secciones de la aeronave hasta que una dió con las helice y luego otra, poco a poco la blanca pureza fue pintándose de rojo.
-Señores agárrense, tendremos que hacer un aterrizaje forzoso- gritó el teniente piloto, siendo su último grito antes de que la nave se precipitará chocando con el tramo de carretera, que irónicamente no se había inundado. La explosión fue inmediata, mientras se escuchaban los graznidos de las garzas, hacia varios años que no se habían visto en Tajamar, parecía que en lugar de graznar se reían.
"Luto nacional: el presidente, el secretario de turismo, el presidente municipal y destacados empresarios fallecieron al estrellarse el helicóptero que sobrevolaba Tejamar y Cancún para evaluar los daños". Se leían en varios periódicos, como encabezados, mientras que en las segundas planas se hablaba de otro nuevo huracán que se estaba formando y que según los expertos por la intensidad superaba la categoría 5, algo nunca antes visto, pues con este sería el tercer meteoro en menos de un mes, algunos hablaban de categoría 9.
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