Ahora descarnado, sin tus orbitas
yaces aún al final de tus días
como un ejemplo, sigues enseñando
los ojos se achican, siento el afluente
el corazón se me achica, ingente
tan joven, lleno de ilusiones
tus neuronas surcando páginas
imaginando tu tierra prosperando
cambiando la inmundicia por la riqueza
músculos jovenes, libres, correosos
echando la cascarita, la paleada,
siendo uno con la carne de tu amada
libre, como la tierra que te parió
preguntándote por qué el mundo es así
como yo a quien te mató y torturó
Tu rostro vacío
de ira me lleno
no te conocí, mas como si
nos hubiésemos topado
y unas frías cervezas bebido
tu rostro inunda mi pensamiento,
y no el descarnado, sino el de un jovén
con negros ojos, gallardo
A un estudiante, maestro-guerrero de Ayotzinapa
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