Todo parece que fluye dentro de la tranquilidad capitalista, un té verde con menta, la comodidad y el internet brindado por la empresa que vende cafés caros y explota empleados. Algunos dirán que les da la oportunidad de trabajar. La palma centenaria yergue frente a frente con la bolsa de valores. De pronto cohetes explotan, será que se inició la revolución por la inconformidad aparente por la Reformas: los bienes se van, la corrupción se queda. Los representantes ciudadanos han decidido que lo suyo es la corrupción y no el proyecto de nación, si hay proyecto serán las empresas privadas, nacionales o extranjeras, las que definan el futuro de los mexicanos. Ya otras empresas lo han definido en otras áreas: las telcomunicaciones son caras y malas, pero todo mundo se pelea por estar idiotizado frente a una minipantalla, la industria alimenticia ha generado obesos en detrimento de la buena alimentación y todas en su conjunto definen clases, quienes puedan pagar tendrán calidad de vida, quienes no, pues se chingan. Los cohetes se siguen escuchando por todo el paseo de la Reforma, se escucha banda, será que el pueblo en realidad está contento y cuan reses alegres mugen al matadero. Los idealistas piensan que las elites tomarán decisiones idealistas, pero si uno se asoma en la cotideanidad el idealismo brilla con la mejor ausencia. ¿Entonces de dónde chingados surgirán ciudadanos que cuando lleguen a la cúpula tengan ideales?
Pareciera que es una procesión de alegría y quizás sí lo sea, pues en el peor de los casos pronto nos veremos más tercermundistas de lo que somos y como es nuestra cultura, las diferencias de clase serán cada vez mayores, todo fluirá al caos y dentro del caos, la gente se comenzará a cuestionar y de nuevo como múltiples ocasiones en nuestra historia se gestarán los ideales.
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