Soy fanático de la sopa de ajo, con caldillo de jitomate, pan viejo, huevo y queso, un manjar. Ahora en el nuevo estadío, me he puesto a pensar en las virtudes del ajo respecto al sistema inmune, toda una panacea. De niño recuerdo que mi mamá me daba infusión de ajo con miel para pretender aminorar la problemática del asma que afloraba sobre todo en los meses invernales. Ahora, me pretendo hacer de la costumbre de desayunar uno o dos dientes de ajo como si fuesen pastillas, los pelo y me los paso con agua. Tengo antojo de hacer o aprender a hacer una deliciosa sopa de ajo en el inter un poema de Ricardo de la Vega:
Siete virtudes
tienen las sopas
quitan el hambre,
y dan sed poca
Hacen dormir
y digerir
Nunca enfadan
y siempre agradan
Y crían la cara
colorada
Quizás el punto más cercano a la sopa de ajo, sea la sopa de bolitas de queso que mi madre nos hace en caldillo de jitomate con mucho ajo. A mi mente me viene una sartén con mantequilla o aceite de olivo hirviendo, mientras los ajos se doran para después plasmarlos en pan suave o en lugar de pan con limón, pimienta y casi nada de sal. Recuerdos de nuestra madre y su incursión nocturna en la cocina.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario