Ya ha llegado la tercer década de existencia y me pregunto qué sigue o qué debo hacer. Estoy escribiendo desde un estudio que pretende serlo, suena la música que en algún momento de mi existencia me hizo cuestionarme y al escucharla perderme en lo gráfico, en el juego de la luz y la oscuridad. Intenté terminar la prueba, sin embargo, no lo hice. Tintinean diversas ventanas, me sumo un una plática sin sentido aparente, me siento una especie de componente inteligente que contesta. Sigo aguardando y quisiera que apareciera la respuesta, que me embelesase los oídos, que en la respuesta me pierda e imagine algo interesante para esta tercer década.
Las imágenes que alimentan el eros, hacen que fluyan los minutos comiendo horas y, al final, una sensación de no haber hecho nada, gotea, como en la rola que escucho, inamovible todo, en putrefacción constante el óxido cuan adorno.
¿Cuál es el sentido?
De nuevo dentro de unas horas la monotonía, carro, carretera, oficina, carro, carretera... y en el inter, mi padre y sus patéticas llamadas, lo mismo de ayer, anteayer, el mes pasado, hace dos años, hace 10 años, hace 20 años. La capoeira tal vez sea de tantas cosas lo único interesante, pero hace sentido, pregúntome. ¿Donde estás respuesta? LLevo horas aguardando y como tantas otras veces y con otra estructura te escabulles. ¿Algún día tendré el honor de recibir la respuesta en labios de Perceval?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario