Ahora 32 años después me preparaba para ir a una cita, me había recién bañado y estaba por completo desnudo, mi domicilio está en Calgary así que estaba en calidad de visitante en la casa de mi mamá en la misma colonia donde otrora existiera la casa de mi abuela. En esta ocasión empezó a temblar y perdí segundos valiosos tratando de ponerme el pantalón, mi mamá bajó gritando histérica y como pude abrí la puerta a unos metros. El movimiento telúrico fue imponente, con trabajo mantenía el equilibrio mientras en la esquina donde está la estatua de Cuevas se oían gritos de la gente conmocionada que veía como edificios de oficinas se sacudían esos vidrios y fachadas. El edifico que por años estuvo abandonado de la esquina y que después en una amnesia ridícula volvieron a ponerle cascarón y ventanas para convertirlo en un flamante edificio de oficinas fue uno de los que más daño tuvo, otro edificio de la contraesquina tuvo sendas grietas y el flamante negocio recién inaugurado de meses atrás de la Raclete tuvo que cerrar, otro edificio abandonado se deshizo de sus ventanas. A diferencia de hace 32 años ahora el paseo de la Reforma con sendos y enormes edificios de oficinas llenaron con sus trabajadores por completo la avenida a tal grado que si el pánico o un flamazo se hubiese prestado la gente hubiese terminado aplastada o quemada en cientos. Inclusive la plaza Necaxa donde está la estatua de Cuevas tenía poco espacio dada la cantidad de gente y la terrible densificación que ha vivido esa parte de la ciudad de México.
A diferencia de hace 32 años, ahora no hay agua corriente y es común ver pipas en uno de los primeros cuadros de la ciudad: estupidez o falta de planeación y vorágine inmobiliaria. Hace 32 años la colonia tenía más árboles y más casas, ahora ni uno, ni lo otro. Tiempo atrás dada la cantidad de autos era impensable baches en avenidas tan importantes como Río Rhin o Río Lerma, calle otrora habitacional ahora cúmulo de negocios de poca monta y harta lana. Mas no todo es malo, ahora el Paseo de la Reforma ha acomado sus mansiones Porfirianas por fachadas Porfirianas e impresionantes rascacielos como un padre acompañando a su enclenque abuelita. Uno de los proyectos que me impresionó más fue la rehabilitación de la mansión neogótica a una cuadra de Torre Mayor, al menos la preservaron y acomodoron de tal suerte que hubiese un sendo rascacielo, más en ese ego arquitectónico no contemplaron el terrible incremento por el tráfico en calles aledañas, ni mucho menos dignificaron la entrada al metro Chapultepec para que estuviera conectada a dichas edificaciones.
Ahora he sido más consciente del temor de perder la casa o de morir aplastado, así como la impresionante manera en como la sociedad civil se ha organizado ante elites tan pazguatas y faltas de sensibilidad, sin duda tengo varios sentimientos encontrados. Algo tan simple como que las puertas abatan hacia afuera es algo impensable en esta ciudad o que las puertas puedan abrirse desde adentro sin usar veinte mil chapas pareciera que es algo tan poco común. La corrupción enseña su diente y la sonrisa son el sin número de edificaciones dañadas. Hace 32 años la historia sucedió como una tragedia y hoy se repite como una comedia de mal gusto. Quizás hoy los actores decidan tomar un papel más digno y comenzar con planes, revisiones y sobre todo ser conscientes al comprar, vivir y disfrutar la ciudad de los palacios sabiendo que también está asentada en lo que fuese un lago y en una zona altamente sísmica.
Mucha gente ha perdido lo que acumuló por años y algunas pérdidas son irreparables, pienso en mi amigo Rata que es de Jojutla como quedó devastado su pueblo, pero más que lamentarse hay que entender que se hizo mal o que ahorrarse unos pesos hoy puede ser una gran pérdida mañana.
Quizás es el momento para que los Mexicanos de todas las edades cantemos el himno y marchando hagamos temblar esas edificaciones mal construidas que tantos recursos consumen y nos quitan, esta sociedad se merece más, pero para ello hay que luchar sin duda.