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miércoles, 31 de octubre de 2012

Hace una semana y unas horas

Recordaba que una de las cosas que disfruto es escuchar regresando del trabajo el programa de la otra versión transmitido en opus94.5 fm en el D.F.



Y una de las obras que estaban analizando era precisamente una de Boccherini, la sonata casa del diavolo. Quienes me conozcan saben que uno de mis discos favoritos es en el que se ejecutan para dos clavecines y es Boccherini precisamente el autor de tal. Ahora a dormir por que el cansancio agüita.

martes, 30 de octubre de 2012

Reflexiones en el coche

Después de haber pisado otro mundo se ha agudizado mi cuestionamiento de la existencia laboral que llevo. Me repica en la mente las palabras de Cibeles diciéndome que renunciara y me consiguiera otro empleo, sin embargo el miedo a la pobreza, la desidia y otras circunstancias que se dieron el año pasado me hicieron conservar el empleo que me permitió, entre otras cosas, haber pisado otro mundo.

Cada que pienso en un cambio, el corazón se me agita, pero qué demonios... para casi todo hay solución o aproximación a la solución.

viernes, 12 de octubre de 2012

Cuarto día en Calgary


El día fluyó entre la darme el rol por la universidad de Calgary e ir a pasear desde la universidad al centro de la ciudad, usando bicis como medio de locomoción. Incluso tuve la oportunidad de posar en el puente construido por Calatrava y ver al primer artista callejero en la ciudad.

jueves, 11 de octubre de 2012

Third day in Calgary


I know that my mother language is spanish, but i want to improve my english writing. The morning was cold, i didn't notice, becouse i sleep in a confortable apartment with heating. I realized when i looked through the living room's window. It was the first time in my life that i saw in my life the white carpet over the trees and the fields. It was really amazing and, like a child, i got out, suddenly i felt knives over my skin, what a silly, i came from a warmer country so it's common to dress only undershirt and a short, immediatly i went inside, i wore a jacket and i got out anew. I wanted to go to the yard and made angels patterns over the snow, but the cold convinced me otherwise. I didn't shower. I quickly ate some pumpernikel bread with greek yogurt, something that i haven't got in Mexico, and a milk glass and went outside with Roberto to the Calgary University, walking of course. Something that got my attention was the bluejays, i got a wonderfull photo of them. Roberto has a lovely neighbor, Leslie loves the squirrels so she put some nuts on a dish in the backside of the apartment, but not only the squirrels love the nuts also the bluejays and some crows with black and white plumage.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Segundo día en Calgary


Después de dormir en el departamento de juguete de Iván, lo de juguete es por que en realidad por las condiciones climatológicas las casas necesitan conservar el calor, entonces son de materiales aislantes como tablaroca y madera. También una cuestión que noté fue que todas las habitaciones tienen calefacción y no usan gas para cocinar, sino energía eléctrica. Me asomé por la ventana y me sentí con mucho espacio y tranquilidad, pues a comparación de donde vivo, aquí la constante son árboles y más árboles, casi no hay tráfico, ni ruido. Me metí de nuevo a la cama de huésped a cuchichear en la internet y darme uno que otro taco de ojo, cuando tocan a la puerta, no contesté y volvieron a tocar. De pronto la puerta se abrió de par en par y entró el casero y amigo de Iván. Afortunadamente no me había clavado en los tacos de ojo, sino las consecuencias hubiesen sido no muy agradables. El casero, cuyo nombre es Roy, es un cabrón norteño de Coahuila que estudió abogacía en su natal estado y una maestría en Calgary, posteriormente encontró el amor, tuvo hijos y se naturalizó Canadiense.
-Perdón, es que Roberto me preguntó que si andabas por aquí- dijo el casero. Me levanté de la cama, lo saludé y le dije que fluyera, luego le pregunté sobre que cosas me recomendaba hechar un ojo cerca de la casa. Me dijo que caminara hacia el Bow river y que ahí había muchos parques. Luego me dijo que si le daba el alcance a Roberto en el Starbucks del Market Mall. Me vestí en chinga para aprovechar la caminata para tomar algunas fotos, sabiendo que haría frío me puse sueter, chamarra y bufanda, bajé del apartamento y me despedí del Roy.
Caminé un rato en dirección hacia el río Bow atravesando por la calles llenas de árboles y comencé a sentir un viento frío que empezó a calarme las manos y el rostro. El cielo empezó a nublarse más y empezó como a chispear, yo estaba sorprendido por la cantidad de árboles y casas pequeñas que había por doquier. Una traza muy ordenada, llegué al río y al "pequeño" parque que enmarca su rivera. Una de mis primeras sorpresas pensando en mi ciudad es que el río no olía mal y no había nada de basura en él, el agua era cristalina. Me quedé sorprendido, pues hasta ese momento había pensado que era una constante humana el ensuciar los ríos, al menos en las ciudades. Seguí caminando con dirección al Market mall, no sin antes medio perderme y afortunadamente mi inglés fue suficiente para preguntarle a una señora de origen asiático sobre que calle debería de tomar para el Market mall. Otra cuestión que también me sorprendió al grado de asustarme un poco fue el respeto que tienen los conductores Calgarienses hacia el peatón. A grados que con solo acercarse uno a la esquina los coches se detienen. Lúdico en parte algunas veces finté a los conductores y el resultado fue que se detuvieron inequivocamente. Y no sólo es el respeto de los conductores, sino también de los ciclistas y de los peatones en si. Nadie se cruzaba a mitad de calle o estando el alto. -¿Es esto primer mundo?- pensé.
Volví a preguntar a otro señor sobre el famoso Market mall y me mencionó que estaba a unas cuantas cuadras, llegué al Starbucks y pedí un café con jarabe de Calabaza, otra cuestión interesante fue que la mesera o empleada, no se desvivió por preguntarme como estaba, ni mi nombre, simplemente me sirvió el café y un buen día meramente. -Respeto por uno y por los demás- me repiquetéa en la mente, ahora que plasmo los bits en texto.
Me conecté a internet y envié mensaje a Iván, desde la laptop que me prestó Alejandro, pues la mía valió queso. Desafortunadamente no llevé celular en todo el viaje, pero en absoluto eso fue un impedimento. Un rato después llegó Iván acompañado de su amigo Quoc. Estuvimos platicando, Quoc practicó su castellano. El mencionado amigo es de origen Vietnamí, vivió un tiempo en España y parece ser que se enamoró de tal país, pues perfeccionó castellano y si los dineros de Alberta fluyen, vivirá y pondrá un negocio en Sevilla. El clima se volvió más frío y el cielo más gris. Afortunadamente Quoc contaba con una camioneta con calefacción, así que nos pudimos mover hasta un restaurante de comida Vietnamí. Las tortillas de arroz u hojas de arroz rodearon lechugas, fideos, carne y chistorra, la plática fluyó entre otras cuestiones sobre Vietnam, el parecido que según Quoc tienen los Vietnamís con los Mexicanos. La frialdad Canadiense, etcétera. Ya una vez terminados los alimentos, Quoc nos dió aventón a mi y a Roberto a la casa de otros amigos mexicanos: Ana y Arturo. Comenzó a caer un poco de nieve. -¡Demontres! ¡Qué no es Otoño!- dije. Subimos a su departamento y otra cuestión que al parecer es muy difundida entre los canadienses es quitarse los zapatos adentro de las casas, quizás sea por la inmigración oriental. La plática chilanga fluyó y también el acomplejamiento, pues yo les conté como un día antes había sufrido bajo las garras de los agentes de inmigración y unas semanas antes sobre el ojo del gran hermano para la visa Canadiense. Arturo infló su pecho y expresó como si fuese un castigo merecido el que nos pidiesen visa, pues nosotros aprovechados Mexicanos abusamos de la hospitalidad Canadiense. ¿Cómo si no bastase el escándalo de muchas empresas Canadienses mineras en la menera en que tratan a los obreros y muchos símbolos Mexicanos como Wirikuta? ¡Uy! Pobres Canadienses nos aprovechamos tanto, por favor impónganos la visa y dejemos libres los aranceles para sus productos según el TLC. Un poco molesto por que un Mexicano avalara ese trato de ciudadano de segunda, preferí cambiar el tema. Y hablé sobre el frío clima de Calgary, como gesto amistoso Ana me prestó unos guantes de Arturo, nos despedimos y quedamos en vernos para beber unos tragos amables o hacer algo.

martes, 9 de octubre de 2012

El primer día en Calgary


Tras haber esperado algunas semanas el anuncio de que la visa había sido emitida, por fin me vi en el aeropuerto internacional Benito Juárez acompañado por mi madre esperando el vuelo que me llevaría algunos miles de kilómetros de la ciudad que me vió nacer. Como siempre el asombro por la tecnología y la ciencia que es capaz de elevarnos varios kilometros de altura, donde reinan temperaturas poco gratas para la existencia humana. La emoción conforme fui abandonando los estados unidos y el paisaje se tornó más verde me embargo. Aterricé en el aeropuerto de Vancouver, diría que todo parecía hojuelas sobre miel. El lugar contaba con un acuario muy interesante. Incluso, ilusamente, pensé que tendría tiempo para tomar fotos. Caminé como oveja rumbo al redil de los migrantes, hasta que me topé con una señora morena, fornida, de pelo ensortijado atado a una coleta y en un inglés muy ráṕido me preguntó cual era mi motivo de visita, cuanto tiempo estaría, a quien visitaba. Preguntas que en su momento se me hicieron poco corteses, pues por algo ya había hecho todos los mentados trámites que sentí invadían mi privacidad para obtener la visa.
Rayoneó mi hoja de visitante y me dijo que prosiguiera con mi camino. Contento, pensando que sería el mayor altercado, seguí caminando hasta que me topé con otro oficial negro bastante grande me pidió mi hoja y me desvió por una puerta. Los colores alegres de la terminal fueron apagándose hasta llegar a una estancia bastante grande donde había varios orientales formados y uno que otro ciudadano que por su aspecto parecían como de europa del este. Varios funcionarios malencarados con finta de policias iban llamando uno a uno y hendían heridas en las panzas de las maletas y cercenaban su interior como si fuesen vísceras, mientras sus dueños agonizaban entre gritos el suplicio de explicar hasta el mínimo detalle.
En ese momento fue cuando me sentí ciudadano de segunda. El ambiente se tensó más cuando una oriental se enojó, pues uno de los agentes preguntaba balanceando sus bragas sobre que era eso.
Creo que aquí y en China unas bragas son unas bragas, - pensé.

Finalmente me tocó pasar con un agente migratorio pelón, tendría finta como de Italiano, entre flaco y fornido. Intenté portarme lo más acertivamente, sonreí y haciendo esfuerzo por entender su inglés rápido le hice incapié en que hablase un poco más lento. También le expliqué que estaba nervioso por que no estaba acostumbrado a la manera en como trataban a los visitantes. El simpático agente me preguntó que si nunca había visitado Estados Unidos, acto seguido me entregó, mi maleta, no sin antes haber tomado unas muestras, supongo buscando cocaina o pólvora, de mi maleta y de mis manos. Tras haberle dicho la causa de mi nerviosismo el agente adoptó una actitud menos seria, incluso me dió la bienvenida a Canadá cuando me encaminé a la sala de abordaje.

El episodio de invasión de privacidad hizo que me agüitara o me enojase un poco, finalmente tras un rato de cabilación en la sala de espera fluí de nuevo. Algo que me sorprendió mucho, mientras esperaba el vuelo a Calgary, fue la multietnicidad al menos que noté en Vancouver. Gente de todos lares: orientales, indúes, musulmanes, gringos, ingleses, latinoamericanos.

Una vez que el avión aterrizó en Calgary me sorprendió ver lo poco poblado que se veía, el paisaje típico como de pradera, con unos árboles como si a proposito hubiesen sido plantados para satisfacer el gusto de algún fanático de maquetas. El ánimo subió cuando por fin recogí mi maqueta y me sorprendió lo bien cuidado del aeropuerto, como si fuese de juguete. Finalmente me encontré con Roberto no sin antes ser recibido por una alegre Vaquera Canadiense, ya de edad, pero no por ello de espíritu envejecido. Recuerdo sus palabras Come on!!! Welcome to Calgary!!! Have fun!!! Una sonrisa y la amable señora vistiendo sombrero blanco de vaquero y chaqueta roja se despidió.