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viernes, 14 de septiembre de 2012

Bajo el pretexto de obtener la visa

Aprovechando que la Chuleta se encuentra estudiando su posgrado en Calgary, aunque en el fondo más que aprovechar deseaba visitar. Decidí seguir el proceso de humillación, digo el proceso para obtener una visa de visitante. El seguimiento se dió en primera instancia obteniendo los papeles necesarios y solicitando una carta a mi jefe donde me diese el visto bueno a mis vacaciones, si uno pensaba que a los 30 uno dejaría las épocas de kindergarten está muy equivocado. La entrega de los papeles y demás requisitos la hice en viernes. El edificio, donde se ubica la oficina del intermediario encargado de recopilar dichos datos y validar la información; está a unos pasos de la glorieta de la nique de la victoria, acá el ángel de la independencia para los cuates. Llegué al piso donde entregaría los documentos y me atendió un recepcionista medio jotillo, que tomándose en serio su trabajo decidió tener la flema inglesa y no responder a mis efusivos "gracias". Sólo que había un pequeño detalle el jotillo era tan mexicano, como su servidor.
Posteriormente me llamaron a sentarme frente a un escritorio de atención y contesté las diversas preguntas sobre si traía perengano documento o sultana copia. Contemplé la vista que ofrecía dicho edificio del ángel de la independencia y del paseo de la Reforma. Me preguntaba que se sentiría trabajar en un lugar mamón o fresita como este. Esta cuestión de ser oficinista en un lugar como el paseo de la Reforma me viene varias veces a la mente cuando ando caminando a las 8 o 9 de la mañana por Reforma y veo a todos los oficinistas trajeados. Las mujeres engalanadas con tacones y los monitos con trajes al último grito de la moda. Sin duda una desventaja de trabajar en una oficina ubicada en un pueblo olvidado del Dios del cosmopolitismo oficinil. Quizás mero debraye mental. Me movi a la sección donde le toman a uno fotografías y sali de nuevo a la calle rumbo a mi trabajo en el cerro.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Testimonio y celebración

Una de las estaciones de radio que más disfruto cuando manejo es la de Opus 94.5, en parte por que las rolas que disponen: música antigüa, clásica, barroca; en parte por el respeto a la audiencia no invadiendo el espacio sonoro con ruido de comerciales o el ajetreo típico de otras estaciones comerciales, y en otra parte por las secciones cortas como la enciclopedia musical o testimonio y celebración con Ernesto de la Peña. Hace un par de días escuché la noticia de su fallecimiento, no me causa tristeza, pues sé que es el destino que todos los humanos compartimos y por el contrario que chido que el señor haya tenido la oportunidad de aprender tanto de los clásicos y otras cuestiones. Sin duda extrañaré escuchar la introducción de Haendel de su espacio y su voz ligeramente gangosa, supongo producto de los años que ya tenía; pero sobre todo los temas raros o poco comunes como lo son sus reflexiones sobre la mística cristiana y pagana griega. Hoy mientras manejaba en el camino del bosque que me brinda momentos cheves de reflexión escuchaba algún programa atrasado de él, pues su voz se escuchaba más joven. Hablaba sobre Freud y la destrucción de la inocencia, entendiendo por inocencia el asexualismo, supuesta de los infantes, pues queda claro que los bebes patalean para darse placer sexual, según Freud parafraseado por el Sr. de la Peña. Queda claro la ironía de Ernesto al hablar de inocencia, pues nada es más inocente que la sexualidad y el autodescubrimiento, pero sin duda el lastre cristiano hace que veamos muchas cosas con malos ojos, cuando debería ser todo lo contrario.

Este tipo de cortos de caracter divulgativo eran los que caracterizaban el programa Testimonio y celebración, algunos muy crípticos en el sentido de ser un conocimiento muy especifíco, otros más generales. Todos con la grandilocuencia y el tremendo bagaje de Ernesto de la Peña. Gracias por esos momentos agradables, en mi caso en mi coche, que nos brindó donde quiera que se encuentre o no.

La noticia de su fallecimiento en la Jornada


sábado, 1 de septiembre de 2012

Ojos carbón

que en la roja hoja del maple vuelas
no olvides que eternas muecas
me atraviesan el corazón
pocas tristes, casi todas gratas
las más sonrisas, por que cuando
el banff de carmin tiña
me incendiaras la razón
y loco de emoción te riña
en el cuadrilatero
ahora acongojado,
pues quisiera a miles de pies
quemar mis orbes en tus ojos