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domingo, 13 de mayo de 2007

Fiasco operístico en 3 actos.

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Creo que, pese a que tengo vello por todos lados, sigo siendo un pueril. Todo inicio cuando un domingo sentado en un Sanbor's, cumpliendo con el rito familiar de ir a beber café y leer periódico, hojeaba la Jornada. En una página pude vislumbrar una imagen del tamaño de un cuarto de página que anunciaba el estreno de El Orfeo de Monteverdi de inmediato se dibujó una mueca concava en mi rostro, me emocioné, pues si era una ópera en bellas artes de seguro pintaría cheve. Habría escenografía, actuación, música y no de cualquier tipo, música barroca temprana. Inclusive llegué a imaginar al mismisimo Jordi Savall dirijiendo como un imponente Lully la grandiosa ópera. Momentos después conectado envié un correo al Lalaith Rauko invitándolo, inclusive pensé e invité a más amigos, que conocen mi delirio por la música barroca. Dos semanas después menos un épsilon de días antes del evento cúspide, fui a comprar los boletos. Llegué haciendo uso de la carroza colectiva que recorre el tartaro Defequeño con un terrible trote, entré a Bellas Artes admiré su majestuosidad y pomposidad, me imaginé, inclusive, viviendo una velada como en la ópera de París en el régimen antigüo: pelucas, casacas, escotes apretando terriblemente senos perfumados invitando a liberlos de su Venusina prisión, imaginé caminar Gentiles hombres. Supuse que habría lugares a mi antojo, que yo decidiría el dónde, pese a la restricción monetaria, mas al momento de hablar con la vendedora de taquilla me di cuenta que no quedaban lugares salvo hasta el gallinero o en los palcos, pregunté si la orquestación iba a contar con bajo continuo y la vendedora dijo que sí, sin pensarlo compre boletos en el palco, afortunadamente mi hermana decidió no ir y tampoco otras personas que invité, así que el palco sentó perfecto a la cantidad de amig@s que irían.

Al tener los tickets en la mano me percaté que decía ópera orquestada, pregunté a la vendedora sobre la ausencia de actuación y escenografía. Afirmó lo que intuía, mas no importaba, aunque faltase esa parte importante de una ópera podría soportarlo si todo fuese un análogo a Motezuma, experiencia sumamente loca y gratificante. Regresé a mi trabajo contento, no sin antes devorar un delicioso pollo a la Sinaloa por la colonia San Miguel Chapultepec y vagar por varias cuadras de dicha colonia buscando mi coche.

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El domingo, día en el cual se presentaría dicha ópera, desayunando con el Lalaith Rauko y con su primo Mauricio - ja - se la recordé al primero, luego me fui a mi casa y marqué a Alex, Mónica y AnaLourdes para ver en que momento y como nos veríamos, pues yo tenía los boletos, un poco antes de las 5 de la tarde llegó Ana a mi casa, luego emprendimos viaje hacia Bellas Artes y empezó el nerviosismo, pues no llegaban los demás. Casi unos minutos antes de que cerraran el acceso a la sala principal, llegó Gersom, infortunadamente y por cuestiones viales Mónica y Alex arribaron minutos después. La obra empezo con la famosa Tocata, debo de investigar si está bien dicho, mas conforme fui observando desde el palco el arribo de un coro y una orquestación moderna de inmediato deduje que la ópera sería una porquería. Un coro,
ni en el sueño más inverosimil de Monteverdi se le hubiese ocurrido un coro de tantas personas, la ópera transcurrió en cantos acartonados de los Tenores, sopranos... una musicalización de hueva que opacaba el virtuosismo, si es que había, y llamaba a la peor de las pesadillas de un Barroco. Al final de la hora hubo un receso, la gente aplaudió e inclusive gritó bravo, caray, sabrían dichas personas lo que es una
ópera. Yo abucheé y me negué a tomar el papel de una simple foca, cuyo pescado es el silencio de los instrumentos. Bajé con Ana y Gersom a buscar a Alex y Monica, mi madre se quedó en los pasillos admirando lo que es Bellas Artes, al encontrarlos les hice saber de lo patético del asunto y me disculpé por haberlos invitado a una de las peores jaladas basadas en algo tan chido como es el Orfeo de Monteverdi. Decidí fluir, regresé de nuevo a escuchar y simplemente deseaba que todo fuese rápido y acabase. Al final de todo disfruté el ver a amigos tan cheves departiendo juntos, tomando fotos, admirados por el recinto y gocé el saber que ese mamotrecho de ópera no causaba mayor placer. Pensé no cejaré hasta que sus pupilas se rindan ante una buena escenografía y actuación, sus tímpones se estremezcan al escuchar música barroca y su alma sea tocada por la sonrisa diabólica de una soprano Barroca de la talla de Fernando - chiste local, pero ohh por Dios no olvido a esa alemana -.

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El metafinal fue sabroso, embriagante y tubero... Una vez afuera del palacio de Bellas Artes mi madre decidió irse al Yak y nosotros, la parvada como escribiese alguien en sus fotos, decidimos creer en la promesa de vid de Ana Lourdes y al verla negada viajamos a lares de Alex en pos de cebada del Oxxo, las famosas pizzas de Ermita y la hospitalidad de la casa del tocayo. Amenizada con la vista y revista del hi5 de AnaLourdes - wii want to see -, el white and nerdy de Mónica, Portishead de Alex, el verdadero Orfeo de Monteverdi y la hueva, que no la comparte con cualquier persona, del Set, claro sin olvidar la pizza Vegetariana y la pizza de Alambre, cúspide de los Dioses Jambados. Yann Tiersen fluirá... No hay mejor sentimiento que
el haber visto sonreir, beber y comer a tan insospechados personajes.

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