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domingo, 9 de abril de 2006

31.08

En un grupo de finito tendiente a 7 ha surgido la coincidencia, al menos para mi es un augurio bueno. Otro es el hecho de que débame una revancha en ajedrez, ja, puede ser factible de otra coincidencia el gusto por tal, pero no un simple gusto, inclusive si volviese a tener el ritmo antiguo, no descartaría una revancha, pero en ajedrez mental.
Unos instantes antes del juego cuya patética solución consistió en reposar al rey, disfruté de un delicioso caldo de gallina. Ignorancia divertida, siempre creí que el caldo de gallina era un sinónimo para referirse al caldo de pollo. Acompañado, no en el caldo, de mollejas, higados, corazones y patas de pollo. He sido iniciado en el gusto por las patas de gallina o pollo. Cuando veía a mis primos comer patas de pollo, mi estómago se revolvía, pero ahora que las he probado, puedo afirmar que no saben como mis entrañas en ese momento creían. Tienen un sabor como a las alitas de pollo. El lugar, pequeño, mas fresco, del convite adornado de glifos, craneos y pinturas cuya temática descansan en una idealización de lo que fuese el Anáhuac. Supongo que la demiurga de las cuatro integrantes clónicas es abanderada de lo prehispánico y esa suposición débosela a una corrección sobre el vocablo tlacoyotl o tlacoyo - sería interesante saber la raíz etimológica de tlacoyotl.1 - y en la temática de su obra. Es embriagante disfrutar un panque de naranja, acompañado de un buen juego y la brisa fluyendo por una ventana cuya sonrisa es el susurrar de dos robustos árboles. Mangos, piñas, papaya, sandía y melones... placeres sencillos que tenía tiempo de no disfrutar. He de preguntarme por qué ha cesado ese gusto en mi casa, será una depresión extraña. Todo un ejercicio social complejo y simple el sentarse a la mesa a comer y las cosas que uno comé serán variables de ese hilar extraño llamado la hora de la comida. Por qué en una mesa se comen ciertas cuestiones... Embriagado encuéntrome por esa sensación. Mangos, piñas, papaya, sandía y melones, luego un caldo, tlacoyos, carne y panqué de naranja. Maldito giro copernicano de Guadalquivir. El enojo se apoderá de mis lóbulos, al menos seguimos conservando la tradición de tomar café, aunque no concilie la racionalidad en el trato.
Supongo que estas cuestiones son las que no me dejan volver al aislamiento necesario para mi tesis. Es interesante conocer el comportamiento de otras personas, sus costumbres, sus maneras de ser, me divierte ver sus rostros y sus expresiones al momento de pensar o hacer algo. Saber coincidencias... pero lo más interesante es sufrir el principio de incertidumbre en carne propia, pues al ser parte de mis observaciones. Afectado y afectante bailan en un rítmico movimiento fusionando nuevas formas de pensamiento en mi cerebro. Unas horas antes y un entrenamiento divertido... La sonrisa se dibuja en mi rostro y viene la idea de una sociedad o ente organizativo. Todo por un juego, efectivamente, todo puede ser un demiurgo interesante de variantes infinitas. Una de ellas el deseo de entrenar y mostrar el potencial en el disco, pero en mi caso el ímpetu de aprender y conocer. El principio de equivalencia sea por una divertida convergencia.

[1 ... Larga vida a Google ...]
tlacoyo. De tlatlaoyo, del náhuatl tlatlaolli 'maíz molido', de tlaolli 'maíz en grano'.) m. Tortilla gruesa de maíz con relleno de frijol u otro alimento.

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