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miércoles, 23 de noviembre de 2005

Un miércoles hacia la oficina.

Es sorprendente la manera en que nuestras neuronas hacen sinápsis, la
forma en que nuestro cerebro desata ideas que nos carcomen todo el día o
el resto de nuestra existencia. No sé que cosa me ha despertado o hecho
carcomerme mis pensamientos toda la mañana. Sé que en estos últimos
años, para ser exacto de los últimos en la Universidad a la fecha mi mundo
se ha ampliado terriblemente. He descubierto en todos los planos muchas
cosas placenteras, pero tambié varias amargas. No sé si sea el único
que le ha sucedido esto, pero en estos lastreros años he descubierto
cada vez más intensamente el famoso mundo de los adultos. Como en algún
punto mencionó el Sr. Boné, o fui yo, la verborrea fluye emana
pensamiento tras pensamientos, sinápsis tras sinápsis brotan las ideas,
pensamientos, juicios, como quieran decirlo... Todo el camino desde
Reforma hasta la carretera vieja a Toluca he manejado casi en
automático, uno a uno mis pensamientos se han ido conectando...
Recordando lo que pensaba de niño que era el mundo y lo que debía ser,
recordando la prepa y las famosas metas que uno se imponía en dichos
años, luego la universidad y los ideales que uno se automachaca durante
tales años, ahora los tiempos posuniversitarios... Todo para qué, si no
hay cabida de estar en la movida, si la pobreza es impresionante, si la
vida que llevas ahora no es la vida que deseas llevar, si todo es
inmensamente grande caotico e incontrolable, coche tras coche cada quien
rebasa o burla a su antojo, una hormiga más con ciertos estudios, vida,
coche, trabajo mediocre, integrate a la colmena del gregario. Donde vivo
que sentido de pertenencia existe, quienes vayan a dormir en su
departamento nuevo imaginarán como era antes ese terruño que llaman
hogar, imaginarán a la gente que vivió antes ahí. Tantas cosa que
quisiese narrar, pero el movimiento de la oficina me acosa y me
intimida. El escuchar el ruido generado por la necesidad de tener más y
más, venga solo dinero y acumulación... pero la trascendencia.

Caminaba rumbo a la entrada de mi trabajo, entré, cómo disfrutaba ese
velo tibio emanado por la sinápsis alocada de mis neuronas, ni yo mismo
sabía como hablar tales augurios y con quién, mucho menos cómo
escribirlo... pensé paralelamente: sí, Pili, yo sé que te molesta estar
fuera de la jugada, del centro de algún cúmulo. Entonces por qué no
creamos una asociación que nos ponga en el centro de una trascendencia
más alla de una simple acumulación de riqueza, sí, algo que emule el
sentimiento de los "Argonat". Un faro para quienes vengan después y
sepan que no todo está perdido, que hay una luz, por muy mortecina y
dulce, casi un sueño de vahos etílicos. Sí he de invitarle una cerveza a
ella y quienes deseen iniciar todo... casi el sentimiento torpe de los
Europeos y sus alucinaciones sobre un Nuevo Mundo. Conozco muchas
personas que les agradaría la idea, que desean dejar de ser tornillos de
un sistema destartalado cuya mayor trascendencia es tener y comprar.
Vivir en una caja de zapatos aderezada de magnificencia capitalista...
intrascendente, simple y consumista. Destructura de ilusiones,
contaminante... Levántate, deja de ser un "salaud", observa el daño a
otros, observa la desigualdad, sufre la destrucción de nuestra madre,
rasga las torpes promesas de un cielo, crea mejor el cielo en la tierra
... Buenos Días, buenos días... ante mi la madera de la recepción,
cálida. Despierto y frente a mis pupilas Anita, la recepcionista, sus
labios contorsionados anuncian una sonrisa terrible, dónde ha quedado el
vaho de ensoñar cuan valde de agua fria, me convulsiono, estoy en el
trabajo, firmando mi llegada... Es este también el mundo de los adultos,
me anima su sonrisa. Creo que uno puede ser un feliz tornillo más, sí,
un tornillo más. Maldición, qué pesimo final para lo que deseaba en
realidad expresar. Corrijo, pero no borro, me convulsiono, estoy en el
trabajo, volteo y sonrio, tú también puedes unirte a mi ensoñación.

3 comentarios:

Nameless dijo...

Creo que como matemáticos y como supuestoides el mundo de los adultos no es lo que nos hubiera gustado, no sé si coincidas conmigo.

Lo que a mí me pasa es que pienso que me entrenaron para algo más que sacar promedios y estar haciendo cosas en PowerPoint. En pocas palabras siento que no usamos las cosas que aprendimos ni tantito aunque a las empresas les gustamos porque los matemáticos somos buenos abstrayendo cosas.

Sin embargo no veo sacando diferencias significativas ad infinitum.

Me enferma el mundo de los adultos y eso que no tengo esposa ni hijos ni nada por el estilo.

Saffog Tochtli dijo...

En eso creo tienes razón, pero siento como si el viento o el instinto te llamase a emprender el vuelo... Y yo creo que no sólo esta reservado para los matemáticos...

Nameless dijo...

Si siento que a mi también me llama el viento, sólo que de momento siento que mis alas están rotas o anquilosadas.